Mi abuelo es muy viajero, se fue a Kenia y recorrió muchos kilómetros en moto. Cuando se fue a Tokio se llevó el kimono para hacer kárate. De regalo nos trajo un kilo de kiwis que compró en el kiosco, un koala de peluche y un juego de walkie-talkies. Cuando vuelve de cada viaje nos sentamos en el salón y nos cuenta sus aventuras. Mientras habla se toma un whisky.